Detrás de cualquier patología mental hay siempre una persona que sufre, alguien que siente que no avanza en su vida personal y que, a menudo, no logra ver la luz al final del túnel.
El trabajo de acompañamiento no puede centrarse únicamente en el individuo: debe incluir también a la familia. No es posible favorecer una verdadera mejora si no se trabaja de manera conjunta con quienes forman parte de su entorno más cercano.
En mi caso, intenté que se abordara el aspecto familiar, pero no se consideró importante. Aun así, recuerdo que en 2019 nadie confiaba en mí. Me prescribieron una medicación muy fuerte, pasé por dos ingresos y revisiones cada quince días. Fue un proceso duro, pero el cambio de tratamiento y la oportunidad de acudir a Asapme Aragón, en el centro ocupacional, marcaron un punto de inflexión.
En cuanto a la ayuda mutua, estoy convencido de que el mejor peer to peer comienza en la propia familia: con una comunicación sincera, sin tapujos, y con la disposición de no cortar las alas de la persona afectada. Se trata de hablar de los problemas de verdad, afrontarlos juntos y dejar atrás el rol de paciente-víctima.
Solo así se puede encarar la vida con decisión, ganar autonomía y, sobre todo, avanzar hacia una existencia más plena y feliz.
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